Pocas veces en la historia contemporánea se alinearon los planetas de semejante manera. Dos de las primeras diez economías del mundo tienen a sus presidentes al borde de la cancelación de sus mandatos vía juicio político. Estados Unidos, que concentra el 25% del Producto Interno Bruto mundial, experimenta un auténtico terremoto político y financiero al adjudicársele al presidente Donald Trump haber entregado alegremente a Rusia información ultrasecreta sobre el Estado Islámico, dossier –vale la pena agregar- confeccionado en gran parte con datos de la inteligencia israelí. Brasil, la novena economía mundial, va camino a sentar al presidente Michel Temer en el banquillo de los acusados al difundirse la existencia de supuestas grabaciones en las que el mandatario exigiría a una poderosa industria de alimentos ser agente de pago de crecidas coimas. Dos casos extremos con características propias.