El bitcoin tiene un secreto sucio. Este año, la criptomoneda fascinó a los mercados con alzas desbocadas en tanto los inversores acudieron en masa hacia un activo que solo existe en el ciberespacio. Pero la laboriosa creación de cada bitcoin digital con redes informáticas privadas tiene consecuencias reales: un enorme uso de energía, inclusive de los combustibles que más contaminan.