“Negocio redondo” según reportaba un matutino colega. Campesinos auto titulados “sin tierra” ocuparon una propiedad en Caazapá. Su extensión no viene al caso. Sólo hay que saber que es un terreno privado de excelentes propiedades agrológicas y en proceso de transferencia. Los invasores, de inmediato, llegaron a un acuerdo con productores de soja quienes acto seguido comenzaron a instalar allí sus maquinarias para poner en marcha la producción de soja, maíz, girasol, trigo, canola, abono verde, la típica cadena de valor. Como no había alquiler que pagar (la usurpación tiene esa ventaja), los costos de producción se redujeron al de las semillas, los agroquímicos y la operación de maquinaria. Equipo, capital y trabajo lo pusieron los brasiguayos. Los colonos paraguayos pusieron su “lucha inclaudicable por la tierra propia”. Al final de la campaña, los productores se quedaron con una parte de los beneficios y los ardientes defensores de la reforma agraria con el resto, sin mover un dedo. ¿Es o no negocio redondo?. Hasta aquí, la anécdota de rigurosa realidad. Pero, ¿en qué se asienta la anécdota?