Vivimos en nuevos entornos de alta competencia y sofisticación, hecho que obliga a las familias empresarias a una evolución de sus planteamientos de gestión, formas de actuar y establecimiento de prioridades. Muchas veces se enfrascan en estériles debates internos, gestionando conflictos basados en poner sobre la mesa cuestiones personales, confundiendo el respeto a la tradición y la estabilidad con el inmovilismo. Empresas familiares, hoy líderes, han entendido esta nueva situación y deben servir para marcar la pauta al resto. Son las empresas familiares del siglo XXI. Muchas de ellas han encontrado fórmulas muy exitosas para la dirección en la que mezclaron el aprendizaje académico con la experiencia adquirida trabajando codo a codo con los fundadores. Estamos hablando de empresarios de vanguardia que han respetado la tradición, han conservado valores y sobre esta base han innovado en modelos de negocio, ya sea mejorando su gestión gerencial o en productos y servicios. Hasta hace algunos años, escenarios de economía más cerrada permitían la existencia con cierto éxito de Pymes familiares dirigidas de manera artesanal, pero que hoy en cambio están obligados al rigor, el manejo institucional, al crecimiento o a la búsqueda del liderazgo para ser competitivos en mercados muy dinámicos, competidos y globales. El tránsito hacia un negocio de familia pasa por el desarrollo de una cultura corporativa que va a sentar las bases para el futuro. Las organizaciones familiares fuertes han ido perfilando toda otra serie de valores que van a marcar sus señas de identidad. Se trata, por tanto, de imaginar las pautas de un futuro compartido, en el que la familia hará crecer el negocio creado por el fundador. Cuando estos valores están definidos, cobra sentido además dotarse de otras herramientas que van a ayudar a estructurar y transformar el emprendimiento fundacional en un negocio de familia. El emprendimiento familiar con vocación de dar el salto hasta convertirse en un negocio de familia viable y con potencial de futuro debe estar sustentado por una fuerte cultura y dotarse de unas herramientas que permitirán gestionar mejor las singularidades de la empresa familiar.