Tuve la oportunidad de estudiar y trabajar en el extranjero. Quedarme no estaba planificado, acababa de terminar la carrera de Márketing en la universidad y como surgió una oferta laboral en el camino, no la quise desaprovechar. Sufrí, porque al principio fue difícil adaptarme a la cultura del trabajo de ese país. Si bien ya estudiaba fuera del Paraguay (lo cual me daba una ventaja), trabajar era muy distinto: implicaba aprender otros códigos, lidiar con personas y costumbres diferentes, desarrollar habilidades en un ambiente ajeno, responder a nuevas exigencias y alcanzar metas en un idioma que, en definitiva, no era el mío. Además, mis afectos estaban lejos, no tenía las mismas facilidades que hoy contamos para comunicarnos y era la única sudamericana en mi equipo. Aún así, la experiencia fue sumamente enriquecedora, tanto en lo laboral como en lo personal. ¿La repetiría? ¡Sin duda!