Una semana en este país me demostró varias cosas. Una, que es posible emerger de los más profundos abismos en un tiempo mas corto que el que uno cree. Dos, que desde las grandes desgracias es posible sacar lecciones que proyecten una idea colectiva y tres, que la tragedia no es el destino trazado para nadie. Corea viene de una devastadora experiencia bélica que la dividió en dos. Aquí en Busan es posible observar aun la memoria de esa guerra que arrancó en 1950 y no acabó hasta el fin del armisticio aunque no del conflicto en 1953. No ha habido un acuerdo de paz, solo el fin del conflicto formal si así se le puede llamar al status actual.