En los “viejos grandes días” en que la prensa era un ancla de confiabilidad, uno prestigioso matutino norteamericano entró en crisis cuando  se supo que uno de sus periodistas estrella, premiado con el Pulitzer, era un plagiario. El diario tuvo que pedir disculpas en portada y su directora arengó a la plantilla reunida en estos términos: “Un diario no es su circulación ni su facturación publicitaria. Un diario es credibilidad. Si no hay credibilidad, adiós circulación y adiós facturación”.  Para restañar el daño infligido, la empresa se sometió a un estricto control interno que por un tiempo hizo imaginar a sus periodistas cómo sería vivir en un estado policíaco. Es probable que en Facebook se esté viviendo un clima similar. La red social acumuló en 14 años un valor de mercado de US$ 428.000 millones. Ni siquiera el monstruoso “escape” de datos sufrido está logrando hacerla tambalear. Aunque el daño patrimonial real haya sido, hasta el momento, de más de US$ 60.000 millones, Facebook sigue figurando entre las cinco empresas más grandes del mundo.  Lo que todavía no se sabe es la extensión del daño que la crisis pueda haber causado a la empresa en cuanto a credibilidad. Es un factor a descubrir.