Por Cristian Nielsen
Mi primer viaje al Chaco data de 1973. Lo hice con mi amigo Alberto Luder, fotógrafo, en su escarabajo blanco. Por entonces, la Transchaco estaba asfaltada sólo hasta Villa Hayes. Luego, tierra, un tajo hasta el infinito en un monte interminable. Llegamos al Hito IV Sargento Rodríguez y volvimos, llenos de barro y con muchas historias que contar en La Tribuna, en donde ambos trabajábamos.