Club de Ejecutivos Por Lauro Ramírez López Director INTELLIGO CONSULTING GROUP
Las comparaciones no siempre se ajustan a las realidades. Pero se acuden a los métodos analógicos para hacer ciertas distinciones que nos permiten observar imágenes en que nos reflejamos.
Y desde esta perspectiva no puedo evitar que me invada un pesimismo cuando, como todo paraguayo y latinoamericano amante del fútbol, veo a los jugadores de Olimpia arrojarse constantemente al piso buscando que les cobren falta, acostumbrados a que en el plano local les cobren, o a los de Cerro Porteño retroceder a defenderse al meter un gol, en competencias internacionales, como satisfechos con la hazaña conseguida.
Esa predisposición llevará al fracaso, postergará los triunfos o los evitará: porque todo es cuestión de actitud. Y, por lo tanto, no se puede ver una proyección victoriosa de la selección nacional si una mayoría de jugadores convocados juegan en el plano local.
La esperanza está en los que militan en ligas más exigentes y competitivas, donde los 90 minutos ataca uno y otro equipo, sin tregua, y donde los jugadores no fingen constantemente buscando engañar al árbitro, deteniendo el juego, haciéndolo más lento, sino que son más honestos y positivamente buscan ganar en juego limpio.
No quiero decir que no haya brusquedades, porque las hay, sino que la velocidad, la proposición, la actitud son distintas a nuestro juego local: no se aprecia la voluntad de ganar, sin fingimiento y sin pausa.
Este deporte, al igual que otras expresiones populares como la política o el quehacer laboral diario, son reflejo de cómo somos.