El proceso de creciente urbanización que está experimentando el Paraguay trae aparejado algo más que presión sobre demandas de trabajo, vivienda, salud, educación y servicios. Está agregando al día a día de los paraguayos un factor que empieza a sentirse cada vez con mayor intensidad. Nos referimos al estrés urbano, un fenómeno social desconocido hasta hace quizá un par de décadas cuando Asunción y su entorno tenían todavía capacidad de absorber la migración rural. Pero de manera sensible y progresiva se ha ido instalando en la vida diaria alterando la conducta colectiva y generando climas antaño desconocidos en la convivencia de los paraguayos.