Atribuyen al CEO de una gran industria farmacéutica transnacional haber dicho: “Para qué comprar todo el tren si basta con sobornar al maquinista”. Este apotegma ha hecho carrera entre quienes, llegados a una encrucijada, eligen el atajo, el camino sinuoso y en penumbras para alcanzar la meta. Muchas veces, más de las que imaginamos, el procedimiento es efectivo. El problema se presenta cuando el maquinista no entra en el juego y todo el tren se le viene encima al comprador de voluntades.