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Messi necesita un contexto

 
 
 

Buenos Aires, 8 jul (EFE).- Se le nota cabizbajo, fastidioso y por momentos ido mentalmente de los partidos. No es el mismo Lionel Messi que se ve en el Barcelona. Esta versión argentina de &La Pulga& es menos galáctica y más terrenal.

Pero hay razones, siempre hay razones. “Messi nunca juega mal. Los que juegan mal son los que tiene alrededor”, sentenció hace unos días Julio Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino y uno de los principales “protectores” de Leo en la selección.

No está tan alejado de la realidad el dirigente, aunque hay matices que deben ser señalados.

A saber: en el Barsa Messi se divierte y es feliz. No es el salvador del equipo, sino la principal estrella de la constelación blaugrana. No es el habitual organizador del juego -tarea que magistralmente cumplen Iniesta y Xavi Hernández-, sino que suele terminar las maniobras ofensivas con esa envidiable calidad que sólo tienen los genios del fútbol.

Además de los cerebros del equipo culé, Messi dispone de otros notables compañeros que se ofrecen como descarga y conjugan verbos futbolísticos similares a los suyos, como el brasileño Dani Alves, el francés Eric Abidal o David Villa, por citar sólo tres ejemplos.

Nada de eso le ha ocurrido hasta el momento en la selección argentina, al menos en este equipo que participa en la Copa América.

El rombo -Javier Mascherano, Ever Banega, Esteban Cambiasso y Messi- con el que el técnico Sergio Batista pretende elaborar juego fracasó rotundamente ante Bolivia y Colombia.

Los laterales pocas veces han sido opciones de pase para el “crack”, mientras que los delanteros titulares en estos dos encuentros -Carlos Tevez y Ezequiel Lavezzi- tampoco han sabido interpretarle, especialmente el punta del Manchester City.

Messi, entonces, se siente obligado a hacerlo todo solo: buscar el balón cerca de Mascherano, dejar en el camino rivales que no le respetan tanto como en Europa, habilitar a sus compañeros y marcar goles.

Anduvo cerca de su nivel promedio en buena parte del primer tiempo frente a Bolivia, pero ante Colombia solamente entregó una exquisita asistencia a Lavezzi antes de ser “deglutido” por el tapón Carlos Sánchez. Poco para un futbolista al que en Argentina se exige que anote cinco goles maravillosos por partido.

Ahí sí se equivocó Grondona: Messi también puede jugar mal. Tiene el derecho.

Leo “la está pasando mal. Es la primera vez que lo silban. Lo vive mal porque cuando llegó al país hace unos días fue algo que no se esperaba. La gente lo arengaba. Esto es muy duro. Hay una presión terrible”, dijo hoy su padre, Jorge Messi.

La clave la dio el sensato Mascherano al destacar que “no es culpa de Messi” que Argentina juegue mal y al priorizar lo colectivo sobre lo individual para que un equipo funcione adecuadamente. No hay otra.

Argentina sigue esperando al astro del Barcelona, pero antes debe formar un equipo que lo contenga porque esto no es tenis sino fútbol, un deporte colectivo. Hasta el mejor del mundo necesita un contexto.




 

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