La literatura científica hace ya un tiempo ha sugerido una
posible relación entre deshidratación grave y disminución de la cognición. Esto
podría ser algo ??intuitivo: cuando estamos con mucha sed, el agua se convierte
en una cuestión de supervivencia y nuestros cuerpos simplemente tienen
preocupaciones más acuciantes que leer informes y completar formularios.
Sin embargo, estudios recientes sugieren que no es necesario
andar arrastrándose por el desierto para que la deshidratación afecte el
funcionamiento de nuestro cerebro. Hasta una leve deshidratación ?suficiente
como para hacernos sentir un poquito sedientos? puede afectar la capacidad de
alcanzar nuestra máxima productividad.
En un estudio de 2014 publicado en el Journal of Cerebral
Blood Flow & Metabolism, los investigadores del Instituto de
Investigaciones sobre Mente y Cerebro del Weill Cornell Medical College
observaron que la deshidratación leve ?es decir, la pérdida de agua de menos de
un 5% de nuestro peso corporal? puede suprimir el aumento de flujo sanguíneo
inducido por una adecuada actividad neuronal y necesario para ella. Así, se
alteran efectivamente los vasos sanguíneos en el cerebro, lo que lleva a un
menor rendimiento cognitivo en áreas tales como la memoria a corto plazo, la atención
y el tiempo de reacción.
LA DESHIDRATACIÓN
AFECTA
?Sobre la base de estos hallazgos, no hace falta decir que,
incluso una deshidratación leve puede tener un impacto significativo en la
capacidad de trabajo y en la productividad?, dice Giuseppe Faraco, profesor
adjunto de neurociencias en el Weill Cornell Medical College y uno de los
autores del estudio. Los efectos, dice, parecen ser especialmente pronunciados
en los niños y en los adultos mayores, quienes en general no pueden regular los
fluidos en sus cuerpos.
La investigación de Faraco se alinea con estudios previos,
entre ellos un trabajo del año 2010 aparecido en la publicación científica
Human Brain Mapping, que sugería que períodos prolongados de privación de agua
podrían afectar las funciones ejecutivas, tales como la planificación y el
procesamiento visoespacial.
ACCIDENTES
Incluso, algunos estudios han sugerido una posible relación
entre la deshidratación y el aumento de los accidentes de trabajo durante el
verano, cuando los trabajadores, presumiblemente, tienen más sed. En un estudio
publicado en la revista Applied Ergonomics en 2004 también se observó el
impacto real que tenía en el rendimiento en campos físicos tales como la
silvicultura, donde los trabajadores levemente deshidratados resultaron un 12
por ciento menos productivos que sus compañeros bien hidratados.
RECOMENDACIÓN
Entonces, ¿deberíamos empezar a consumir cuanta agua podamos
en el trabajo (y tal vez emplear aplicaciones como Waterlogged para registrar
la ingesta de líquido?). Faraco señala una recomendación de la Organización
Mundial de la Salud de 2003 que decía que los hombres por lo general necesitan
alrededor de 2,5 litros (aproximadamente 10,5 tazas) de agua por día, mientras
que las mujeres necesitan alrededor de 2,2 litros (9,3 tazas) - más de las 8
tazas que la sabiduría convencional ha dictado.
El neurocientífico también dice que nuestros cuerpos manejan
los fluidos de manera diferente y que el cupo está satisfecho en parte por el
agua que portan los alimentos que ingerimos. ?A modo de ejemplo, una dieta rica
en frutas y verduras reduce la cantidad de agua que necesitamos beber?, dice
Faraco. ?Un buen consejo es beber de tal forma que rara vez sintamos sed y que
la orina sea incolora o de color amarillo claro?.
SOBREHIDRATACIÓN