En su edición del viernes pasado, The Washington Post consignaba en su portada, con una gigantesca foto a seis columnas, un artículo que recogía la historia de jóvenes norteamericanos que están dejando sus trabajos de escritorio para dedicarse a la granja. Y los presentaba de esta manera: agricultores jóvenes, primerizos, de genética netamente urbana y altamente educados. El diario habla de un “movimiento” creciente, aunque tal vez esté sobreestimando esta práctica que se registra desde hace algún tiempo, pero que aún no ha alcanzado masa crítica como para convertirla en una corriente masiva.
De cualquiera manera, multitudinaria o reducida, esta mudanza emerge de un contexto cada vez más crítico, que tiene que ver con el creciente desencanto de una franja etaria que no encuentra satisfacción en sus empleos u ocupaciones. Por varias razones. Una de ellas es la creciente inestabilidad laboral basada en las drásticas transformaciones que está sufriendo el mercado de trabajo. Los contratos de corto plazo, la creciente irrupción de la robotización y la desaparición de no pocas tareas antes ejercidas por humanos están agregando un factor de precarización que desestimula la búsqueda de empleo en jóvenes que están terminando o ya han concluido su ciclo universitario. Coincidentemente, “y por segunda vez en el último siglo –refiere el influyente matutino- el número de agricultores menores de 35 años está aumentando… Ellos están capitalizando la creciente demanda de los consumidores por alimentos locales y sostenibles”. Este último factor es el que ha disparado la aparición de las denominadas “huertas urbanas” en las que se produce, en clima controlado y tecnificado, alimentos de alto desarrollo biotecnológico pero con bajo o nulo empleo de agroquímicos.
Este retorno a lo natural est nuevas profesiones. Ya están en el mercado el agrochef (chef farmer), que cocina solo a partir de alimentos orgánicos cultivados por él miá generandosmo; la enfermera de la salud medioambiental (enviromental health nurse), profesional que aúna el conocimiento del medioambiente y sus efectos en la salud de las personas; el orientador profesional de medio ambiente (green career coach), cuya misión es corregir los impactos ambientales haciendo los espacios humanos más amigables con el entorno. Pero quizá el más paradigmático de los nuevos empleos sea el de guía digital (future guide). Su misión es adiestrar en las nuevas tecnologías a personas que, con una alta eficiencia en sus especialidades, corren el riesgo de quedar excluidas del mercado laboral si no actualizan en forma permanente y online, sus conocimientos en las TICs. Lo que acaba de leer no es un capítulo de ciencia ficción, ni tampoco un fragmento de la nueva versión de “Blade Runner”. Es la realidad que comienza a instalarse en el día a día de las personas. ¿Lejano, cosas del primer mundo? Ya hay supermercados aquí en los que usted puede “autoatenderse” y facturar sus compras sin intervención de la tradicional cajera. Pero no se confunda. Hay un robot atendiéndolo.