Debe ser muy difícil ser papa y argentino a la vez. Francisco lo combina muy bien y ejerce ambas tarea de manera impecable. Dijo que venía de un país del “fin del mundo” -nunca sabremos si fue un elogio o un insulto- cuando fue elegido como el vicario de Cristo en la tierra. Muestra un deseo de cambiar una iglesia desbordada de hechos de corrupción en un mundo igual. Decidió cambiar de aposentos y de modales. Quiere ser un pastor con “olor a ovejas” procurando guardar distancias con su predecesor renunciante el teutón Benedicto que gustaba de calzar zapatos de marca y vivir como papa.