A diario nos comunicamos con gente en nuestras casas, en la calle, en el colegio de nuestros hijos, en el trabajo… y lo hacemos sin ponernos a pensar en cómo lo estamos haciendo: si somos lo suficientemente claros, si nos tomamos el tiempo necesario para enunciar todo lo que pensamos, si escuchamos además de hablar o hablamos tanto que no damos espacio a los demás. La comunicación es, muchas veces, una de esas funciones que realizamos de manera automática sin darnos cuenta de que numerosos problemas que enfrentamos en nuestro relacionamiento en los distintos ámbitos se deben a una pobre o mala comunicación.