Por Carlos Vasconsellos cvasconcellos@ferrere.com
La ecuación es endiablada: las empresas familiares enfrentan las complejidades características de la vida familiar y, también, las del quehacer empresario. Es habitual que en el correr del tiempo, esos factores concurrentes las debiliten. Ocasionalmente pueden impedirles enfrentar situaciones que no pueden evitar, ya que son las inherentes a su propia actividad. Eso, por supuesto, es una amenaza para su permanencia en el mercado. O, al menos, es una clara amenaza a su carácter familiar.