Camila Casariego Tato
En el año 2016, entre la ansiedad y la presión de por fin ser parte de un desafío soñado, participar de la edición 39 del Rally Dakar que se iba a realizar en Paraguay, el joven piloto Beto Ramírez, de imprevisto debe enfrentar un desafío aún más fuerte.
FIN DE UN SUEÑO
Ramírez, realizaba una práctica para soportar las altas temperaturas y sortear las tan esperadas dunas; sin embargo, tras una mala maniobra en la zona de La Rioja, Argentina, pierde el control y al caer se le viene encima el cuasi dejándolo parapléjico y con el sueño Dakar frustrado.
Subir aquel primero de enero a la rampa de partida en su propio país ya no iba a ser posible.
Pero el accidente no fue motivo para que la carrera del piloto quede frustada, luego de un largo proceso de rehabilitación, Ramírez, salió adelante y siguió persiguiendo su sueño. “Empecé a correr en cuasi en el 2011, fui piloto de varias marcas, Honda, Yamaha; corrí el desafío guaraní y gané en el 2015, me estaba preparando para correr el Dakar 2016 y me accidente en Argentina”.
Con un año de rehabilitación intensa y con ganas de llegar a muchas metas, encaró un proyecto sensacional, el de modificar un auto para que él lo pueda volver a pilotar. “Se maneja con ambas manos, el acelerador y el freno se encuentran en el volante, y en la caja de cambio existe el mismo mecanismo al igual que cualquier otro vehículo, hacer esto logró que crea más en mis posibilidades, eso me demostró que nada está perdido; no hay impedimento alguno para cumplir nuestros sueños”, aseguró Ramírez.
“Aliento a todos los que me están leyendo, que nada en esta vida es imposible, por más desafíos que se nos presenten, tienen que estar seguros de que si uno cree en sí mismo, definitivamente lo puede lograr”.
El pasado sábado 1 de diciembre, Beto y su equipo salieron campeones nacionales del Súper Prime en la costanera de Asunción.
El corredor día tras día se traza su norte, y se levanta cada mañana buscando llegar a su tan anhelado objetivo. “Cruzar la línea de llegada”.