Gobierno tras gobierno han venido mostrando un absoluto desinterés por desprenderse de empresas fallidas dedicadas a fabricar cosas que el sector privado hace mucho mejor. Todavía hay que escuchar idioteces tales como que el cemento, el acero y las comunicaciones son industrias estratégicas, como si estuviéramos en guerra, cuando el único enemigo a la vista es la ineficiencia, la corrupción y el negocio de políticos sinvergüenzas.