La perspectiva de crear el Instituto Paraguayo de la Carne ha puesto en pie de guerra a ciertos sectores de la cadena de la carne bovina. El argumento central es el riesgo, afirman sus detractores, de que dicho instituto termine siendo una instancia burocrática más, costosa para el sector y refugio de políticos en busca de cargos rentados. El temor no es infundado, dada la compulsión que tenemos los paraguayos por convertir instituciones que podrían ser de utilidad pública en fábricas de funcionarios inútiles.