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La ciudad que sorprende por sus colores

 
 
 

Samuel Acosta

@acostasamu

Con una población de 16 millones la ciudad de Estambul, en Turquía, es sin lugar a dudas, un destino inevitable para todo viajero del mundo.  Inicialmente conocida como Bizancio que después pasaría a denominarse Constantinopla hasta el año 1923, llegó a ser la capital de los imperios Romano, Bizantino,  Latino y Otomano.

Es una ciudad moderna con marcados matices de la cultura islámica y que recibe anualmente a más de 40 millones de turistas de diferentes puntos del mundo.  El estrecho de Bósforo no solo divide a esta urbe en dos, sino también, une al mar de Mármara con el Mar Negro y los continentes de Asia y Europa.

Los paseos en catamarán por lo general duran dos horas en donde se puede apreciar ambos extremos del estrecho y, lo más recomendable, es hacerlo al final de la tarde para apreciar la puesta del sol y el encendido de luces de edificios milenarios ubicados en ambas costas.

Un sitio infaltable a conocer es la iglesia de Santa Sofía, construida inicialmente como basílica ortodoxa que pasó a ser una mezquita y, actualmente, es un magnifico museo con toques de las dos mayores religiones monoteístas del mundo, la católica y musulmana. Del suelo hasta la punta de la cúpula tiene una altura de 50 metras, siendo el segundo templo religioso más alto del mundo pero el primero en antigüedad, dado que su construcción data de hace 1.500 años atrás.

Casi al lado de Santa Sofía se puede visitar al Palacio de Topkapi, que fuera el centro del imperio Otomano, rodeados por la muralla bizantina y con una magnifica vista al estrecho de Bósforo y el Cuerno de Oro. En su interior, hay salas con reliquias invaluables para el mundo religioso como el turbante de Abraham, la espada de David, el bastón de Moisés y una túnica del profeta Mahoma.

Estambul es una ciudad con más de 3.000 mezquitas, por lo que no es raro que, en los horarios para la oración mientras uno camina por sus siempre bulliciosas calles se oiga un rezo en árabe desde altoparlantes de uno de estos templos que, por cierto, iluminados en la noche tienen un aspecto casi mágico.

La comida turca es variada y colorida.  Particularmente no pude perderme la oportunidad de probar el verdadero sabor de un Kebab, una comida tan típica de esta región del mundo con carne de pollo o cordero sazonado con especias como comino, orégano, cúrcuma y pimentón, con una variedad de verduras y enrollado con pan árabe.  El gusto es otro, intenso y delicioso, con unas salsas que realzan todo el sabor.

Otros sitios imperdibles de Estambul son la mezquita Azul, la cisterna basílica o la imponente torre de Gálata, construida en 1348 durante la colonia genovesa con una altura de 61 metros.  Esto sin dejar de mencionar que, antes de cerrar el paseo, no se puede dejar de visitar al Gran Bazar con sus 58 calles y más de 4.000 tiendas para llevarse algún recuerdo típico a casa de este inolvidable destino.




 

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