Estamos cerrando el año fiscal 2019 con un Estado rehén de políticos sin moral y de jerarquías sindicales de una voracidad nunca antes vista. Entre todos han entrado a saco en el tesoro público autoasignándose sueldos, gratificaciones, premios, horas extraordinarias, subsidios, complementos, viáticos, anuenios (¿?), ayudas médicas, alimentarias, educativas y hasta vacacionales, en un festival orgiástico presupuestario que ya ha rebasado todos los límites de lo tolerable.