El debate, que la historia convirtió en una pieza maestra y modelo a seguir, guardó todas las reglas de un torneo de caballeros. Fue una exposición de ideas y una expresión de voluntades. Al menos en teoría, podía avizorarse qué rumbo seguiría EE.UU. a partir del 20 de enero de 1961, día de la inauguración de mandato.
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¿Debate… o panelismo carroñero?
En 1960, Richard Nixon, a la sazón vicepresidente del héroe de la II Guerra Mundial Dwigth Eisenhower, se lanzó a la conquista de la presidencia por el Partido Republicano. En setiembre de ese año, inauguró con su contraparte demócrata la era de los debates por televisión. Enfrentó ante cámaras a un mozalbete proveniente de la aristocracia bostoniana, héroe de guerra él mismo y primer producto del show business político.