Demás es de menos: una amabilidad artificiosa y ligeramente desesperada resulta empalagosa en los primeros quince segundos y enseguida desagradable. Los inoportunos, aún en esta época de acumulación masiva de datos, logran caer en el peor momento, precisamente porque anteponen su necesidad de vender lo suyo a tus tiempos y tu intimidad. Inevitablemente caen en cierta falta de respeto que te indispone, te pone en contra, ya no querrás ni pensar en aceptar nada. Y lo dices. Como si nada, tres días después insisten y la escena del rechazo se repite.
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¡No Molestar! Protección contra el Spam Telefónico
Estás enjabonándote en la ducha y suena el teléfono, son ellos. O cuando tu mejor amiga está llorando en tu hombro y suena el móvil. Y la estridencia no cesa hasta que finalmente atiendes, pensando que vaya a saber qué ocurrió. Son ellos. Son los inoportunos insistentes amabilísimos. Los molestos que te hablan como si te conocieran, como si estuvieran colmando tus necesidades, como si tú lo hubieras solicitado. Dices, quizás hasta con cierta compasión, que no quieres, que muchas gracias, pero no. Y lo peor es que quizás sí te viene bien lo que ofrecen. Pero no así, así nunca te van a persuadir.
