Tal es la confianza que desarrollaron en sus ferrocarriles que en 1884 sincronizaron sus frecuencias con el Greenwich Mean Time (GMT), la universal hora meridiano de Greenwich. A partir de allí nacieron diversas actitudes entre los ingleses y sus trenes.
En “El sabueso de los Baskerville”, Sherlock Holmes revisa su reloj de bolsillo al tiempo que un tren ingresa a la neogótica estación de Saint Pancras, en el londinense distrito de Camden. “This damn clock is late” (este maldito reloj atrasa) musita entre dientes mientras corrige la hora.