Se dice que la derrota es huérfana. En cambio, la victoria tiene muchos padres. Hoy, todos se están empujando para hacerse de un lugarcito en la foto de familia con el logo de GAFILAT de fondo. Otra hubiera sido la actitud si el país no lograba salir de la “zona gris”. El fotógrafo habría estado en figurillas tratando de encontrar un candidato para el click.
Debilidades humanas aparte, la calificación de GAFILAT es un instrumento valioso para acomodar los tantos en busca de nuevos niveles de consideración internacional. En esa tarea no hay que perder de vista los grandes lineamientos que conducen este proceso. “Los países -recomienda la organización- deben exigir a las instituciones financieras y actividades y profesiones no financieras designadas (APNFD) que identifiquen, evalúen y tomen una acción eficaz para mitigar sus riesgos de lavado de activos, financiamiento del terrorismo y de la proliferación de armas de destrucción masiva”. Esto significa no bajar la guardia y que no hay manera de cumplir una recomendación descuidando alguna de sus facetas. No hay que olvidar que el Departamento de Estado de EE.UU posicionó al ex presidente Horacio Cartes obstruyendo una importante investigación sobre la delincuencia transnacional, “lo cual permitió y perpetuó -dice la declaración- la participación documentada de Cartes con organizaciones terroristas extranjeras”.
Debemos tener siempre presente que los acuerdos internacionales de lucha contra el lavado de activos no se agotan en la cuestión puntualmente financiera sino que extienden sus efectos al terrorismo y la circulación de armas de gran poder destructivo. Por eso el caso del avión iraní-venezolano sigue activo y podría brindar, tarde o temprano, información clave.