Cuando la INC era un monopolio pesado, ineficiente y caro, el clamor era que se abriera el mercado a nuevos jugadores. El déficit del producto obligaba a crecientes importaciónes. Apareció un competidor, Cementos Yguazú que aportó una considerable capacidad industrial. Sin embargo, el mercado interno de este producto esencial para la construcción siguió teniendo picos de escasez. Cuando todos creíamos que la historia del horno que falla, el combustible que se encarece o la fraccionadora que no funciona era la excusa clásica de la cementera estatal, la novel concurrente de iniciativa privada aportó novedosos tropiezos de índole operativa y el cemento siguió escaseando. Finalmente se anunció, con gran fanfarria, que una nueva industria instalada en el norte iba a cerrar definitivamente las cuentas y el cemento no volvería a faltar. Pero estamos a setiembre de 2021 y el cemento, gran parte de él importado, empieza a venderse entre 70.000 y 100.000 guaraníes la bolsa de 50 kilos, cuando su precio estándar no pasa de Gs. 50.000.