En siete años, la deuda pública se ha duplicado y el 86% ha sido tomado en moneda extranjera. Del 15% sobre el producto interno bruto (PIB) que significaba en 2015 hemos saltado al 35,3%, un hito histórico. El problema radica en que ese crecimiento se ha dado sobre un PIB que lleva más de 10 años de estancamiento, según revela el Banco Mundial. Lo que queda de 2022 no trae buenas noticias como tampoco 2023. Es decir, estamos aumentando nuestro endeudamiento tanto en términos relativos como absolutos.
La otra faceta clave a tener en cuenta es el destino y naturaleza de la deuda. Y aquí entramos en terreno brumoso. El Estado paraguayo es un mal gastador de dinero, al margen del color o signo político que gobierne. Es un colador abierto para la sobrefacturación de la obra pública. Pero mientras una ruta o un puente pueden revelar si es gasto o inversión, otras áreas son de evaluación casi imposible. Por ejemplo: entre 2008 y 2021, el Banco Mundial entregó mas de US$ 300 millones para programas de la agricultura familiar campesina. Es difícil saber el grado de efectividad que tuvo en el campo semejante aporte de fondos. Lo que sí sabemos es que a partir de allí fueron creados el Viceministerio de la Agricultura Familiar Campesina, el Sistema de Defensa, Restauración y Promoción de la Agricultura Familiar Campesina, el Registro Nacional de la Agricultura Familiar (RENAF), el Consejo Interinstitucional de la Agricultura Familiar Campesina,