La maniobra de Uruguay “puenteando” el tratado del Mercosur para acordar con China está desatando algunos miedos que valdría la pena analizar. Hay en camino, se considera, algunos acuerdos del bloque con Corea, Canadá y otras economías que son clientes ocasionales del comercio exterior paraguayo. Con la Unión Europea, la historia de amor-odio atraviesa las décadas. En 1.999, con el tratado de Asunción cumpliendo siete añitos, empezaron las negociaciones para un tratado de libre comercio entre bloques. Tras una pausa de 14 años, se avanzó en la intención de derribar aranceles, restricciones y regulaciones liberando así el 90% del intercambio. En 2019, un Mauricio Macri exultante anunciaba que el TLC Mercosur-Unión Europea estaba cerrado y que sólo faltaba pasarlo en limpio. El presidente francés se encargó de desbaratar todo ese entusiasmo. Hace una semana, Emmanuel Macron revalidó la posición de Francia oponiéndose al tratado: “Tal y como ha sido concebido y diseñado, no puede ser compatible con la agenda climática y de biodiversidad que lleva adelante Francia”. En el terreno de los hechos, la Europa del bloque compró en 2019 al Paraguay apenas un tercio de lo que importaba en 2011 y, en pandemia, apenas un 25%. Con Francia en contra, el TLC ya huele a cadáver insepulto tras veinte años de vanos intentos por llevarlo a la práctica.