Coincidimos, como dijera un entrevistado la semana pasada, en que el Paraguay es un buen lugar para invertir. Es una economía que ha mostrado una gran capacidad de absorción de daño y elasticidad para reponerse tras una calamidad del tamaño de la pandemia COVID19. Pero debemos decir también que padecemos una renguera de antigua data y que no terminamos de curar: el rechazo a la regulación y el control que subsiste en capas importantes de la sociedad. Y no son poca cosa los sectores que aún carecen de esas instancias.
Editorial
Rengos en control y regulación
A ningún inversionista que trabaje con energía eléctrica le gusta depender de un proveedor monopólico. Quiere opciones.