Faltando 73 días para las elecciones generales en Brasil, el presidente de la República Jair Bolsonaro dejó caer una bomba. “Se está preparando -aseguró- un gran fraude electoral. El sistema es completamente vulnerable”. Y no lo dijo en rueda de amigos o ante un grupo de periodistas. Lo aseguró a pie juntillas durante una reunión a la que convocó a no menos de 50 embajadores encabezados por los representantes de EE.UU., Francia, España y Portugal. Y agregó algo aún más jugado: que la justicia electoral llame a las Fuerzas Armadas para garantizar la transparencia de la jornada realizando un conteo paralelo de votos que elimine cualquier sospecha de fraude.
Jamás había ocurrido algo así en Brasil. No pocos analistas políticos han intentado trazar un paralelismo entre la ejecutoria de campaña de Donald Trump, su derrota electoral y posterior intento de asalto al Congreso de EE.UU. tras las reiteradas denuncias de fraude hechas ante la justicia.