El Congreso está a punto de aplicar al Poder Ejecutivo un uppercut capaz de noquearlo presupuestariamente en 2012. Va a legarle un Presupuesto General de Gastos con tal desfinanciamiento que pondrá a Fernando Lugo y su gabinete económico contra la pared, obligándolo a tomar medidas impopulares tales como recortar subsidios, limitar aún más las inversiones y, la peor de las hipótesis, iniciar la cancelación en cadena de contratos de personal y tocar las planillas de los funcionarios fijos. Si este es el caso, la oposición habrá logrado lo que a todas luces es una jugada política extrema: precipitar al Gobierno por el tobogán de la impopularidad, deteriorando la imagen aún buena de Lugo y restándole las adhesiones que necesita como el aire para enfrentar con alguna posibilidad de éxito el escenario electoral del 2013.

Por pura mezquindad, la clase política paraguaya está poniendo al país en riesgo de entrar en zona roja al incapacitar al Gobierno en términos financieros. En otras palabras, va a obligar al Estado a gastar más de lo que recauda, cosa que hasta el momento no se daba. Al contrario, el Paraguay viene exhibiendo indicadores que hablan de una disciplina presupuestaria ejemplar ya que el 2011, al igual que años anteriores, el Estado va a cerrar su ejercicio fiscal con un superávit de alrededor del 1%. Pero este indicador puede saltar en mil pedazos si los demenciales aumentos asentados en el PGN del 2012 se consolidan.

Precipitando al país de la categoría de buen administrador a una virtual situación
de quiebra fiscal, políticos sin escrúpulos están demostrando que no les importa
el presente ni el futuro de esta Nación. También evidencian su total desprecio a la
ciudadanía que los eligió al cancelar, con maquinaciones de baja política, cualquier
posibilidad de llevar adelante desde el Estado una política de desarrollo y bienestar
que permita elevar la calidad de vida de millones de paraguayos.

Resta sólo una esperanza: que el Senado enmiende este monumental despropósito presupuestario volviendo las cosas a su cauce normal, evitando que el Paraguay ingrese a la lista de naciones fiscalmente quebradas como Grecia o Italia. Con la diferencia de que, al contrario de estos dos países, los paraguayos no tendremos una Unión Europea que acuda en nuestro auxilio. El Mercosur, como se sabe, es apenas una maquinaria burocrática, buena sólo para organizar cumbres que no llevan a ninguna parte.