Desde hace décadas, se habla mucho de estrategia, de innovación, de saber hacer cambios que hagan la diferencia, pero creo que una parte de los empresarios no habían dimensionado del todo la importancia del tema, hasta la llegada del virus COVID-19: este bicho nos ha enfrentado a las verdades más profundas.
Esta semana recorrí varios centros comerciales, situados en lugares importantes y estratégicos, y observé, con mucho pesar, la existencia de locales en alquiler, donde antes no había disponibilidad. Conversando con los propietarios, además, supe que estaban trabajando a pérdidas, esperando que la situación cambie y vuelva todo a la normalidad. Realmente, la pandemia ha puesto patas arriba a toda la humanidad y al modo de vida al que estábamos acostumbrados.
Considero que las empresas que mejor responden hoy a los cambios son aquellas que no se resisten a la nueva normalidad, sino que aceptan la “nueva realidad” con tres actitudes que no son negociables: agilidad, flexibilidad e innovación. Como en unos días se cumple el 20 aniversario del Manifiesto Ágil, quiero detenerme a proponer al lector algunas consideraciones relacionadas con la agilidad organizacional.