Uno de los lineamientos más fuertes en materia de política económica planteados por la actual gestión es alcanzar un crecimiento basado más en la inversión que en el consumo. De hecho, la demanda de inversión está señalada como uno de los posibles motores de crecimiento de la economía para 2018, a fin de sustituir en la demanda al consumo público, que no podría seguir siendo el sostén de un crecimiento –calificado por el propio Gobierno– de ilusorio. Se calcula que para conseguir un desarrollo fuerte, el nivel de inversiones sobre el PBI debería estar alrededor del 23 por ciento, que es el nivel promedio de una región emergente como la de América latina, caracterizada por su bajo nivel de inversión y tasas de crecimiento con respecto al resto del mundo y, sobre todo, de otras regiones emergentes.