Cuando un régimen político persigue a sus opositores, es una dictadura. Pero cuando hostiga a los artistas, pasa a ser lisa y llanamente una tiranía. Ese es el camino en el que hoy está, lamentablemente, Venezuela. A los alcaldes encarcelados, a los dirigentes políticos encerrados en cárceles militares y a los jueces perseguidos como delincuentes al punto de que han debido marchar al exilio, ahora el régimen de Nicolás Maduro agrega el hostigamiento a artistas. Nada puede indicar mayor desvarío que esta conducta típica de autócratas que, como Maduro, se apropian de todas las instituciones para utilizarlas en provecho propio y de la camarilla que lo secunda en este drama venezolano.
Gustavo Dudamel construyó y dirige