La resistencia de los choferes del transporte público a que se utilice el cobro electrónico del pasaje tiene sus raíces en una consuetudinaria manera de hacer las cosas a la antigua. Mientras en China ni siquiera se usa ya la tarjeta digital sino el reconocimiento facial para cobrar el pasaje, nuestros antediluvianos camioneros que fungen de transportistas ven en este salto tecnológico una amenaza directa. Y en ese juego van en colusión dueños y choferes de ómnibus, por muchas razones.