Cada vez es más profunda la brecha que separa a la política y a los políticos de la moral pública tal como suponemos que alguna vez existió. Y esa época debe ser bastante lejana si tomamos en cuenta que ya en los años ’20 del siglo pasado, Eligio Ayala –uno de los presidentes más recordados por su honestidad a toda prueba- renunció “asqueado de su partido”, según documenta el escritor Osvaldo Bergonzi. Con los escasos medios de que disponía por entonces, Ayala preparó al Paraguay para enfrentar la dura prueba que significaría la guerra del Chaco. No le sobró nada, pero tampoco quedó debiendo nada a nadie.