El proverbio dice que “una sociedad se conoce por la forma como trata a sus animales”. Nosotros preferimos decir: “A una sociedad se la conoce por la forma como dispone de la basura”. A juzgar como lo hacemos en el Paraguay, debemos estar entre el periodo cenozoico y el terciario, esto es, a cientos de millones de años de la civilización. No sólo somos cavernícolas tirando la yerba del tereré por la ventanilla del auto sino que ni siquiera advertimos lo primario de esa actitud. Y, lo peor: no existe instancia alguna que sancione conducta semejante. Cero regulación, nada de penalizaciones ni, menos que menos, educación. Asunción es, en este compromiso con la mugre, la joya de la corona. Y eso que viven y medran entre nosotros generaciones enteras de concejales –muchos sentados ahora mismo en la HJM- que han hecho la obligatoria peregrinación a La Meca del municipalismo, Curitiba, en donde asombrados y boquiabiertos, han comprobado cómo funciona una ciudad en serio, sin éxito alguno a juzgar por los resultados. Pero la próxima vez que sientan el impulso de viajar con todos los gastos pagos para que les muestren lo que serán incapaces siquiera de copiar, sugerimos a los “honorables” munícipes que innoven un tantito y visiten Bo, en Sierra Leona, una ex colonia británica en África occidental. Bo encabeza el palmarés de las 10 ciudades del mundo con mejor gestión de residuos, según la ONU. El país tiene la misma cantidad de habitantes que el Paraguay en un sexto de territorio y con el triple de ingreso per cápita. Descienden de esclavos, pero han resuelto el desafío de la basura. Debe ser un sitio muy instructivo para sacar conclusiones. Eso sí, pagándose todos los gastos porque a los sierraleoneses no les sobran dólares para invitar a inútiles.