Decíamos no hace mucho: “Cuidado con el modelo argentino. Está demasiado cerca y es peligroso”. Y nos referíamos al esquema de apriete que las mafias sindicales ponen en marcha bajo el aparente ejercicio del derecho de huelga. Lo hizo el tenebroso “Caballo” Suarez –hoy preso y procesado-, capo del sindicato portuario porteño que intentó incluso infiltrar el sindicato nacional de navegantes con el fin de paralizar los trenes de barcazas paraguayas y extorsionar a sus armadores tal como lo hacen en los puertos argentinos. A delincuentes como esos, disfrazados de sindicalistas, no les importa si los mercados se pierden por demoras interminables y caprichosas. Las últimas investigaciones abiertas por la justicia argentina revelan la vida de jeques árabes que llevan “sindicalistas” de todas las ramas, sea construcción, educación, transporte de cargas o porteros de edificios, que acumulan propiedades principescas, autos de lujo y cuentas millonarias en Suiza y otros paraísos fiscales. Cuidado con ese modelo, repetimos.