Amenazar a un medio intentando callarlo nunca ha tenido buenos resultados. Eso sólo pueden lograrlo las dictaduras y en el Paraguay tenemos ejemplos de sobra de un pasado aún demasiado reciente. Silenciar radios, clausurar diarios o encarcelar periodistas fueron actos típicos de un régimen que hacia mediados de los ‘80 empezaba a caerse a pedazos.