En Francia se creó la primera cooperativa de producción; la primera de crédito nació en Alemania y, a finales del mismo siglo XIX, el cooperativismo se trasladó a Latinoamérica de la mano de los ingentes grupos de inmigrantes europeos que llegaron a Argentina, Uruguay, Brasil y Chile. Otro grupo fue integrado por México, Costa Rica y Puerto Rico y un tercer grupo fue conformado por los países andinos Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador y Bolivia. En el Paraguay se da la particularidad de que el sistema de vida adoptado por los guaraníes ya denotaban prácticas cooperativas, puesto que los indígenas estilaban aplicar el amandayé o asamblea de la tribu y practicar el oñondivepá o trabajo solidario, así como el yopói o ayuda mutua. También se destaca el minga que fue aplicado por los guaraníes como sistema de trabajo solidario en las Reducciones Jesuíticas. Ya en el año 1940 surgen en nuestro país las primeras cooperativas, si bien es cierto con andamiaje bien rudimentario, bajo la modalidad de producción y las mismas, a falta de legislación especial, se rigieron por el Código de Comercio. El antecedente más antiguo conocido se remonta a una cooperativa guaireña de viticultores y fabricantes de vino que fue fundada en el año 1941. Ese mismo año se sanciona el Decreto-Ley Nº 13.635 que posteriormente pasaría a ser ley. En los siguientes cincuenta años, la cantidad de cooperativas fue creciendo paulatinamente.