Sebastian Pérez
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Si el dinero fuese como el agua fresca, un litro pesaría un kilo. Pero el dinero es, más bien, como el agua de mar, que pesa un poco más por la sal; el trabajo y el esfuerzo pesan cuando se habla de dinero. Y más cuando pensamos en el dinero perdido, gota a gota, en las entretelas de la compleja gestión empresarial. A veces, las pérdidas por ese goteo son cuantiosas si se las considera en totales anuales y en otras ocasiones son marginales, pero nunca son despreciables: la eficiencia es un pilar esencial de la vida comercial.