Las rigideces normativas que aparecieron luego de la crisis del 2007/8 se flexibilizaron con la pandemia lo que hizo que de nuevo se levantaran turbulencia en esta crisis inflacionaria postpandemia que se financió con emisiones, y llegaron las subas exageradas en las tasas de interés para frenar el deterioro del poder de compra, lo que terminó por desvalorizar los papeles que estaban como activos del SVB y otros llevándolos a la quiebra. En realidad, los bancos no quiebran, se liquidan. Las razones ya todos las saben. Ante la demanda de rescate de depósitos tuvieron que vender con pérdidas gran parte de su activo constituida por títulos soberanos y acciones realizando el valor latente muy por debajo del valor al cual compraron.
El mercado viene mostrando que es ineficiente para salvar a la raza humana. Lo hemos comprobado en el 2007, luego de que nos fallara el socialismo en los años sesenta y setenta, hasta que llegó el tal mercado redentor de la mano de Thatcher y Reagan. Desde los años cincuenta del siglo pasado los redentores han venido fallando a la humanidad. Primero nos falla Dios cuando comienza a estar menos activo en el mundo. Según Nietzsche, Dios ha muerto. Nosotros lo matamos al reconocer en nosotros mismos el fundamento del conocimiento, hemos desplazado a Dios de su obra redentora. En síntesis, nos falla Dios, nos falla el socialismo, nos falla el sexo-droga&rock&roll y ahora nos falla también el mercado. Quién podrá defendernos. Con la nueva crisis de los bancos en Estados Unidos, la guerra en Ucrania y la amenaza nuclear que se agudiza a medida que algunos dicen que el choque entre China y Estados Unidos es casi inevitable, parecería que Kafka tiene razón. “Habrá esperanza, pero no para nosotros”, dicen que le dijo a su amigo Max Brod.
La eficiencia de los mercados