Como sociedad, sin embargo, de forma casi mecánica, nos estamos acostumbrando a una dinámica radicalmente contraria, consecuencia de la cantidad de información disponible en las redes que día a día se disputa nuestra atención, con pujas que duran unos pocos segundos, y que nos han deshumanizado de tal forma que muchos de nosotros hemos perdido la capacidad de asombro o compasión ante las desgracias ajenas, reduciéndose a noticias que capturan nuestra atención unas milésimas de segundos, o, en el mejor de los casos, un par de minutos. “Es curioso lo lejana que resulta una desgracia cuando no nos atañe personalmente”, decía John Steinbeck.
Por eso es importante destacar la actitud de los periodistas de varios medios de comunicación que durante toda una semana mantuvieron en agenda la noticia de la mujer que parió en el suelo de un hospital, enfrentándose a la lógica perversa que nos gobierna, y que manda que las noticias de hoy se olvidarán con las de mañana.
Durante varios días, pese a continuar las agresiones propias de la campaña política, pese a estar en agenda nada menos que la elección de un ministro de la Corte Suprema de Justicia, pese a los números igualmente lacerantes de muertes por Chikunguña, el periodismo paraguayo siguió con detalle las derivaciones del caso de una mujer pobre -sí,
pobre- que dio a luz en el suelo de un hospital ante la atónita mirada de los pacientes que aguardaban y que hasta tuvieron el tiempo de filmar esta completa degradación de una ciudadana, que traía a luz a otro ciudadano paraguayo, y que en las palabras de su abuela “nació como un perro”.