Como sociedad, sin embargo, de forma casi mecánica, nos estamos acostumbrando a una dinámica radicalmente contraria, consecuencia de la cantidad de información disponible en las redes que día a día se disputa nuestra atención, con pujas que duran unos pocos segundos, y que nos han deshumanizado de tal forma que muchos de nosotros hemos perdido la capacidad de asombro o compasión ante las desgracias ajenas, reduciéndose a noticias que capturan nuestra atención unas milésimas de segundos, o, en el mejor de los casos, un par de minutos. “Es curioso lo lejana que resulta una desgracia cuando no nos atañe personalmente”, decía John Steinbeck.
Columnas
La deshumanización de la opinión pública
Una de las muchas definiciones de la Real Academia Española (RAE) acerca de la palabra “humanidad” es la capacidad de mostrar “sensibilidad o compasión por las desgracias de los demás”.