Era la segunda vez en menos de 6 meses que perdía su maleta. Robert era un viajero frecuente que, debido a sus actividades empresariales en el campo publicitario, debía trasladarse de una ciudad a otra con mucha periodicidad. Y ya se le había extraviado también otra maleta en un viaje que realizó hace poco más de un año. ¡Y en la misma línea aérea!
LA GOTA QUE COLMÓ EL VASO
Pero esta vez la cuestión llegó al límite para Robert. Eso ya no podía ser. Justo estaba haciendo un vuelo de Atlanta a Nueva York para presentar una campaña publicitaria que su agencia había preparado para un nuevo producto de consumo masivo que iría a lanzarse en breve. Además, se trataba de una licitación millonaria que, al no presentar la propuesta, perdía la oportunidad de competir. Y la molestia era muy grande porque toda esa presentación prevista estaba en la maleta que había despacho en el avión que lo trasladó a New York.