En 2016, el director del Hospital del Trauma pegó en la fachada del edificio una provocativa leyenda que decía “¡Usá casco, carajo!”. Harto de ver fracturas expuestas y cerebros derramándose en los quirófanos, el cirujano quiso despertar a los motociclistas a ver si lograba que usaran el casco en la cabeza en lugar de colgarlo del manubrio. Todo inútil. Ese año murieron en las mesas de operaciones 650 motocas. En 2019, 720. Atender este desastre, entre muertos, heridos y discapacitados, le cuesta al Estado unos US$ 120 millones al año.
Editorial
Ciegos y sordos, a tientas en el laberinto
“Sí, Dr. pero yo tengo que ir a ver a mi mamá…”. Es como un mensaje viajando entre dimensiones diferentes: se pierde en el vacío.