Ayer sosteníamos que la población, en un comportamiento colectivo inexplicable, avanza a tientas por un laberinto y con la muerte pisándole los talones. Queremos trabajar un poquito más esa idea, porque de lo contrario parecería que habláramos de una suerte de tendencia al suicidio colectivo. Lo que en realidad separa al ciudadano del riesgo inminente de enfermar gravemente y, hasta de perder la vida, es la ausencia criminal del Estado que ha perdido por completo el control del transporte público urbano e interurbano. La gente no viaja en ómnibus atestados porque le guste hacerlo sino porque no tiene opciones.
Editorial
¿Despertará algún día el Gobierno de su siesta?
Sin vacunas, con hospitales rebosantes y obligada a moverse como rebaño ¿Qué puede esperar la gente? ¿Qué el Gobierno despierte de su siesta?