Las calificadoras internacionales de riesgo (Moody’s, Fitch Ratings, Standard & Poor’s, etc.) no aflojan en sus dictámenes y pese a haber avanzado en forma notable, la economía paraguaya no pisa aún el ansiado territorio definido como grado de inversión. Eso significa que, por el momento, radicar capitales en el Paraguay sigue bajo el signo especulativo.
Los factores que nos lastran son siempre los mismos y para nada menores. En este escenario, los peores números se dan en los fondos de retiro de funcionarios públicos en sus ocho variantes. Sobre el particular, un reciente informe del Banco Interamericano de Desarrollo dictamina que el déficit de la caja fiscal saltaría del 0,6% del producto interno bruto (PIB) en 2022 a casi el 1,1% en 2029. Tal cifra desembocaría en un rojo acumulado del 6,6% del PIB durante el periodo marcado. El informe finaliza remarcando “la premura de realizar reformas que permitan hacer frente a los pasivos previsionales”.
Otro capítulo sobre el que flotan negros nubarrones son las empresas públicas. El mismo informe del BID identifica nueve de ellas con calificaciones de riesgo de moderado a alto. Dice el documento que aunque sus activos aumentaron considerablemente entre 2017 y 2022, su tasa de rentabilidad (ROA) cayó del 3,4% al 0,91%. Teléfono del BID para el Gobierno entrante: “En general, la matriz de probabilidad nos indica que el impacto fiscal potencial derivado del riesgo de las empresas públicas en los próximos 3 a 5 años es alto y probable”.