Los honorables se han especializado, últimamente, en burlarse en forma intolerable de la ley de responsabilidad fiscal que ellos mismos han firmado y jurado honrar. Las normas vigentes desde 2013 con la ley 5098 son claras y contundentes: establecer reglas generales de comportamiento fiscal orientadas a la estabilidad y sostenibilidad de las finanzas públicas, preservando el equilibrio entre los ingresos y los gastos públicos. Mas claro imposible, no gastar más de lo que ingresa en caja, con una válvula de escape para las situaciones extraordinarias: que el déficit anual de la Administración Central no sobrepase el equivalente al 1,5% del producto interno bruto para el año fiscal considerado. No es algo muy difícil de entender. Cualquier ama de casa acostumbrada a medir el centavo le podría dar cátedra a la mismísima plenaria de la bicameral de presupuesto engolosinada en disparar el gasto fijo a las nubes.
Editorial
Gastadores seriales redoblan la apuesta
Venimos sosteniendo en este espacio editorial, con énfasis en los últimos tres años, que la consuetudinaria práctica del Congreso de librar gastos sin sostén de contrapartida puede terminar detonando las finanzas del Estado.