Eficiente, según la Academia, significa la capacidad de lograr los resultados deseados con el mínimo posible de recursos. Si tomamos esa acepción, el Presidente debiera revisar en profundidad en donde se están gastando enormes cantidades de dinero sin resultados satisfactorios. Para encontrar un paradigma del dispendio estatal no hay que ir muy lejos. En 2022, la Industria Nacional del Cemento (INC) cerró su ejercicio con un déficit de Gs. 150.000 millones. Esto significa que la empresa gasta más en fabricar una bolsa de cemento de lo que obtiene vendiéndola. Eso, a una empresa privada, la lleva a la quiebra en dos ejercicios. En el Estado paraguayo, significa darle largas indefinidamente con incesantes transfusiones de dinero del tesoro para mantener una empresa en ruinas, la cual se da el lujo de repartir premios a sus 1.800 empleados. Dentro de esa nómina, INC reparte regularmente generosos subsidios alimenticios, ayudas vacacionales y subvenciones por escolaridad a toda la plantilla de funcionarios. Ninguna empresa privada podría justificar semejante derroche en su cuadro de costos. En una estatal, todo entra en la misma bolsa: Sostenimiento de mano de obra política, de alta o baja calificación. Y que el contribuyente cargue con el déficit.